Towers Watson considera que los test de resistencia que la Autoridad de Seguros y Pensiones Ocupacionales de Europa (EIOPA) va a realizar sobre las aseguradoras europeas, será un ejercicio útil para obtener mayores perspectivas acerca del futuro entorno financiero en el que se desarrollará el sector una vez implantada la nueva regulación de Solvencia II.
No obstante, tal y como apunta Ismael Moreno, director en la consultora, “las pruebas de estrés propuestas no están exentas de un cierto grado de controversia. Las pruebas se deben ejecutar sobre la base del QIS5, a cierre del ejercicio 2010. Sin embargo, el QIS5 fue sólo a su vez una prueba más del nuevo marco regulatorio de Solvencia II, y no el entorno definitivo. El sector ha encontrado una serie de dificultades como parte del ejercicio del QIS5, y ahora teme que esas mismas dificultades continúen presentes en las pruebas de estrés”.
“Hasta cierto punto -comenta- esto lo admite la propia EIOPA, indicando que sólo publicarán los resultados de las pruebas de estrés en formato agregado para cada mercado. Aunque la metodología subyacente al QIS5 no ha sido aún completamente acordada, ni totalmente implementada, proporciona un baremo homogéneo de comparación a nivel sectorial, y evita las distorsiones del marco normativo existente (Solvencia I)”.
Recuerda la consultora que el propósito de estos ejercicios de resistencia del sector es medir la capacidad de las compañías para cubrir los requerimientos mínimos de capital (MCR en sus siglas en inglés) evaluando la resistencia patrimonial de las compañías en escenarios adversos. Adicionalmente se intenta evaluar el grado de riesgo sistémico presente en situaciones extremas. “Como era de esperar –explica Moreno- el riesgo soberano en las pruebas de estrés se concentra en Irlanda, Grecia y Portugal. Es interesante observar que también se reconoce un cierto grado de riesgo soberano en otros países como Francia o Reino Unido, pero no en Alemania”.
Advierte, además, que el calendario de este ejercicio es “bastante agresivo”. “Esto pondrá mucha presión sobre los ya escasos recursos especializados de las compañías. El lado positivo, sin embargo, es que proporcionará a las compañías una nueva oportunidad de examinar su grado de avance hacia Solvencia II”, añade.