La búsqueda de la eficiencia en la resolución de disputas siempre ha estado en el punto de mira de la comunidad arbitral y, por ello, en los últimos tiempos figuras como la desestimación temprana y la determinación preliminar han ido cobrando mayor popularidad. Estos mecanismos que hasta ahora habían sido grandes desconocidos para el mercado asegurador podrían llegar a decantar la balanza en favor del arbitraje como medio elegido por las aseguradoras y sus asegurados en la resolución de disputas.
La desestimación temprana faculta a los árbitros para rechazar, de entrada, demandas y excepciones que carecen de manifiesto fundamento. Por su parte, la determinación preliminar permite a los árbitros decidir anticipadamente sobre una cuestión de hecho o de derecho sin necesidad de esperar a que se desarrollen todas las fases habituales.
La practicidad que estas herramientas pueden presentar para el sector asegurador es evidente. ¿Acaso no simplificaría el que un árbitro pudiera determinar preliminarmente qué se entiende por “daño material” en reclamaciones por pérdidas de beneficios derivadas de la Covid-19 o que pudiera determinar si el reclamante tiene la condición de “asegurado” o “tercero” bajo la póliza? La determinación preliminar de estos puntos evitaría que asegurados y aseguradoras tuvieran que desplegar esfuerzos innecesarios para probar determinadas cuestiones sobre las que finalmente podría no ser necesario pronunciarse.
En todo caso, la utilidad práctica de estos mecanismos va un paso más allá y también se extiende a las disputas entre el asegurado, su aseguradora y el tercero perjudicado (en el ejercicio de la acción directa), ya que en este tipo de controversias puede ser necesario abordar conjuntamente cuestiones de cobertura y de responsabilidad del asegurado.
No en vano, en estos casos, la determinación preliminar permitiría que un árbitro dilucidase anticipadamente las cuestiones de cobertura bajo la póliza antes de entrar a conocer sobre la responsabilidad. De forma que, si se apreciara cobertura, el arbitraje continuaría frente a la aseguradora y el asegurado, pudiendo estos “unir fuerzas” y centrarse en la defensa conjunta de la ausencia de responsabilidad del asegurado (evitando así que las discrepancias en materia de cobertura pudieran llegar a tener un impacto negativo en la defensa del asegurado). Y, si por el contrario, se resolviera que no existe cobertura, la determinación preliminar terminaría en una desestimación temprana y la aseguradora quedaría liberada de entrar en el análisis de la responsabilidad del asegurado.
En resumen, la práctica arbitral avanza hacía una mayor eficiencia y flexibilidad, proporcionando herramientas que pueden llegar a convertirse en grandes aliados para la resolución eficiente de disputas también en materia aseguradora.